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sábado, 13 de agosto de 2011

50. Nunca

    A lo mejor él se había propuesto joderle todos los veranos. Era agosto y hacía días que se había cumplido un año de aquel primer tropiezo con él. Y se la había vuelto a hacer. Hacía unos meses, habían vuelto aquellas palabras bonitas, aquel estar pendientes el uno del otro. Y, de nuevo él, decidió que lo mejor era ser amigos sin más. Su razón, "que tú no lo pases mal, guapa". Ella lo creyó y aceptó. Total, había conocido a un chico con el que había empezado a quedar unos meses atrás. Éste le daba lo que "él" no podía (y evidentemente no quería): contacto físico. Además de palabras bonitas. Y estar ahí en sus momentos de bajón. La escuchaba cuando necesitaba hablar, aunque fuera de otro chico. Y a cambio, ella estuvo ahí para él. Era perfecto para quitarse tantas tonterías de la cabeza, para hacer borrón y cuenta nueva. Aquel agosto, este nuevo chico la necesitó más que nunca. Y ahí estaba ella. Desde el principio de todo aquello (allá por mayo), quedó claro que no era nada serio. Y claro, yendo con la verdad por delante, es todo más fácil y no se pueden echar cosas a la cara. E imaginando que tenía al primer "él" delante, dijo: "Ésto es amistad, no lo que tú me propones. Capullo".

    Hacía, además, unas semanas que había visto unas fotos de "él" con otra. Unas fotos que, sin ser muy explícitas, parecían contar más de lo que ella estaba dispuesta a saber. Una noche, mostró estas fotos a su mejor amiga. Y ambas coincidieron: aquella chica parecía ser su novia. "Mira, el que no quería atarse...", le dijo a su amiga. También pensó que él salía perdiendo con el cambio. Pero ya no le importaba. Por triste que suene, se había acostumbrado a estar sin él, porque en realidad, nunca lo había tenido... Había llegado a pensar que había llegado a su vida en el momento equivocado, como impuntual. Pero ni siquiera eso. Para él, ella parecía no haber asomado nunca en su vida. Nunca



Aquel verano sin calor que no supimos compartir... Tal vez fui yo quien se olvidó de ser feliz... Tal vez la culpa es de los dos, pero el castigo es para mí. Y de nuevo he pensado, que quizás sea mejor hacerse a un lado. Y aunque ya te había olvidado, sé muy bien que lo peor aún no ha llegado. Dime quién borrará las caricias que te hice alguna vez, quién me curará los besos que dejaste en mi piel... No es por no saber perder... Que ya no me quieres ver...



Eres inevitable, amor, casi como respirar... Llegué a tus playas impuntual. Pero no me rendiré. Soy tu amor clandestino. Soy el viento sin destino que se cuela en tus olas... En el silencio y el dolor se nos cae todo el cielo de esperar... El universo conspiró... pero me duele no gritar tu nombre en toda libertad... Y te sueño piel con piel, ahogada en besos y tus risas... y me hundo en el calor que hay en tus mundos, en tu mar. Llorando en silencio, temblando tu ausencia... y fingiendo estar muy bien...  Cae el llanto el cielo de esperar... Se nos cae todo el cielo de tanto esperar...