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martes, 28 de junio de 2011

48. Memento

El verano volvió. Este blog estaba a punto de cumplir su primer año. Pero a diferencia del verano anterior, en su cara lucía una gran sonrisa. Para empezar, le habían renovado el contrato hasta septiembre. Ahora la mandaban al mejor gimnasio de la ciudad, a dar clases de inglés a niños... Y además, volvía a tropezar. Conociendo su historial con él, no descartaba una caída, tan estrepitosa como siempre. Pero había aprendido a convivir con eso. Y no sabía si era bueno o malo. También es cierto que durante su ausencia, ella había recibido atenciones por parte de otros. Pero, ¿cómo iba a ser igual?

Y aquella tarde, en plena ola de calor, leyó una frase que no pudo gustarle más, y que rezaba: "La vida es irónica. Se necesita tristeza para conocer la felicidad, ruido para apreciar el silencio y ausencia para valorar la presencia". Habían estado mucho tiempo sin saber el uno del otro, y ahora, una vez que él rompió ese triste silencio acabando así de alguna manera con aquella ausencia, ella no podía quitarse la sonrisa de la cara. Después de aquellos meses tristes (a pesar de las atenciones de otros, repito), aquel estado que no sabía bien si era felicidad o atontamiento debido a la ola de calor, le dejaba en los labios un sabor dulce. Tanto como al principio, tanto como el momento en el que él le dijo la primera palabra bonita, tanto como el primer beso que se dieron.

Y ahí se vio, tropezando de nuevo con él. Estaba claro: ella perdonaba. Pero no olvidaba...


All alone, staring on, watching her life go by... And the one-eyed furry toy that lies upon the bed has often heard her cry and heard her whisper out a name long forgiven, but not forgotten... A bleeding heart torn apart... And the room where they once laid, face to face, nothing could get in their way. But now the memories of the man are haunting her days... She's still dreaming of the man long forgiven, but not forgotten... As she goes searching for the man long forgiven, but not forgotten... You're forgiven, not forgotten...

viernes, 6 de mayo de 2011

47. El final

    Y con el tiempo llegó la temida gota que colmaba el vaso. Una vez más se sentía usada, como si fuera un simple divertimento para él. Estaba harta de que se riera de ella. Estaba harta de ese ir y venir suyos, de esa cal y de esa arena. Harta de odiarlo y de que él siempre supiera qué decir para que a ella se le olvidara todo. Harta de hacerse la tonta. Harta de tener que sacarle la información con cuentagotas. Harta de sentir que no le importaba una mierda. Harta de que pareciera que pedía mucho cuando lo único que pedía era respeto. Estaba harta de saber que, siempre, detrás de la tormenta venía la calma. Harta de ser la mujer más feliz del mundo mientras duraba la calma y harta de llorar mientras duraba la tormenta. Estaba harta de que las tormentas siempre duraran más que las calmas. Harta de saber que todo iba a ir siempre a peor. Harta de ver cómo se repetía la historia. Harta de saber cada una de las palabras que él le iba a decir, tanto para bien como para mal. Harta de sentirse una ventanita de chat con la que hablar cuando él no tenía nada mejor que hacer. Estaba harta 'de sus peros, sus dudas' y sus silencios sin explicación. Harta de sus explicaciones. Harta de que él se pensara que podía hacer con ella lo que a él le viniera en gana. Harta de querer soportar todo aquello. Harta de él. Nunca imaginó un final así. Pero el vaso, ya parecía haberse derramado...


Cada vez que te veo bien sé que no durará, porque siempre haces algo por empeorar... Cada vez que te oigo hablar sé lo que me dirás...Con tus peros y tus dudas y tu no voy a hablar... Yo sí que no puedo más contigo...

domingo, 17 de abril de 2011

46. Otra vez...

    Como era de esperar, volvió aquella sensación... Sentía que no le importaba lo más mínimo. Le daba mucha pena, pero no estaba dispuesta a pasar por ahí otra vez. Se quería demasiado como para eso. Había pensado en darle unos días de margen, a ver cómo evolucionaba todo. Pero ya se lo advirtió cuando volvió a ella: era la última oportunidad que le daba. En este caso, a la segunda iría la vencida. Y ya se estaba pasando de listo.

    Los días se le hacían larguísimos. Y no hablemos de las noches... Las noches se le hacían eternas hasta poder conciliar el sueño. Escuchaba la radio hasta las tantas y luego... daba vueltas en la cama.

    Sentía que todo lo que hacían estaba mal. A veces deseaba que sus caminos no se hubieran cruzado nunca... O no haber sido correspondida... En el fondo, todo habría sido más fácil... Pero él había decidido marearla, torearla o cualquier sinónimo fino de "joder la existencia"...

    Era consciente de que en otras ocasiones era ella la que había estado al otro lado de la historia, la que había hecho daño... Todo el mundo hiere. Todo el mundo llora.



When the day is long and the night... is yours alone. When you think you've had enough of this life, well hang on. Don't let yourself go, 'cause everybody cries and everybody hurts sometimesSometimes everything is wrong.... When your day is night alone... if you feel like letting go... when you think you've had too much of this life, well hang on. 'Cause everybody hurts sometimes. Take comfort in your friends. Everybody hurts... If you feel like you're alone, no, no, no. You are not alone... Well, everybody hurts sometimes. Everybody cries... Hold on. Everybody hurts. You are not alone...

martes, 12 de abril de 2011

45. Imposible

    Llevaba esperando una semana larga a que él volviera de su viaje. Estaba contenta porque volvió y se puso en contacto con ella. Incluso le había traído un detallito, decía. Pero, llamémoslo "hablar-con-chicas-del-viaje", llamémoslo jet lag, lo que empezó siendo una conversación, terminó por ser un monólogo de ella. Y no sabía la razón... Comenzó así otra noche de insomnio... Venga a dar vueltas en la cama pensando en qué podría estar haciendo mal. Empezaba a estar muy harta. No creía merecer todo aquello. No se podía creer que todas las ganas por volver a hablar eran sólo de ella. No quería pensar así, querría ser optimista, pero no le quedaba otra. 

    ¿Sería que en el fondo sabía que era imposible?


Imposible es caminar sin un motivo. Imposible es mi manera de pensar. Imposible es no guardarte en el bolsillo. Imposible es no girarme si te veo marchar..Imposible una caricia a la mitad... Imposible es un principio si se ve el final. Imposible es intentar volver atrásuna sonrisa por cada canción, hacerlo juntos sin una razón, cuando se me olvidó. Imposible es no tentar a la suerte una vez más. Me dan ganas de matarte cuando ya tienes bastante. Imposible es consolar... sé que volveré a encontrarte. Imposible es ignorarte. Imposible es ignorarte, la verdad...

domingo, 3 de abril de 2011

44. ¿Quién dice?

    Como siempre en esto que estaban viviendo (fuera lo que fuera) él parecía empeñarse en romper el encanto. Todo iba bien hasta que algún cable se cruzaba en su cabeza. Y era ella la que salía perdiendo siempre. Lo que más le entristecía era estar empezando a notarse acostumbrada a aquello.

    Cuando él estaba de buenas, todo estaba bien. Pero era él el que parecía estar decidiendo por donde iba todo aquello. Ella se impacientaba por acortar aquella distancia que los separaba... Y aunque él decía tener las mismas ganas que ella, todo parecían ser problemas cuando intentaban concretar algo. La promesa estaba ahí. Pero nunca se cumplía. 

    Lo peor es que a ella parecía gustarle aquella sensación de desesperación por no conseguir lo anhelado. Seguía esperando, sabiendo que era difícil. Y no por parte de ella precisamente. Ella estaba dispuesta a cometer cualquier locura por tal de eliminar esa distancia. Aunque fuera un día. Aunque fueran un par de horas.

    Hacía tiempo que había empezado a recibir atenciones bastante agradables por otra parte. De nuevo, comparaba. Entre lo malo conocido (él, siempre él) y lo bueno por conocer... fallaba el refrán y ganaba lo bueno por conocer... Los dos la trataban como una reina cuando estaba con ella. Pero era en las ausencias cuando lo bueno por conocer ganaba. No pedía que no la dejaran respirar. Sólo la atención necesaria para que ella notara que le importaba algo. Y sólo el segundo le aportaba eso.

    Como acostumbraba, no quería poner ninguna etiqueta a ninguna de las dos situaciones. No lo llamaba 'amor' en ninguna de las dos ocasiones. Era 'cariño' en ambas. Cada uno a su manera. Y con eso le bastaba. Pero comparaba. Y el último beso que se dieron ella y número uno, les dejó un sabor bastante amargo a ambos: los dos sabían que iba a pasar mucho tiempo hasta que volvieran a verse... Sin embargo, ocurría lo contrario con cada beso que le daba a número dos. Claro que vivir en la misma ciudad también ayudaba. Aún así, no podía evitar sentirse bastante culpable. Aun sabiendo que muy probablemente, su número uno también tuviera una número dos. O peor aún, que ella misma fuera la número dos...

    Vivía incluso con miedo a que todos estos pensamientos suyos salieran a la luz... ¿qué pasaría si la juzgaban?



No rompas el encanto... Subo la apuesta si jugamos con mis reglas, niño. ¿Por qué dices que me quieres? No es bueno ser tan impaciente, ni perder la cabeza por una promesa... Lo mío es vivir siempre al filo, con el alma en vilo. Di, ¿quién dice que lo nuestro sea amor? ¿Quién, que un beso deja siempre buen sabor?...

miércoles, 2 de febrero de 2011

43. Miedo

    Y como siempre, volvió. Y ella tuvo de nuevo aquella sensación de victoria, la miel en los labios. Pero esa agradable sensación venía acompañada del irremediable miedo... Aunque a pocos se lo dijo por aquel entonces. Volvía a tener ilusión, volvía a sonreír cada vez que pensaba en él, a pesar de, a veces, notarlo como en otro mundo, aunque no le diera toda la atención que ella querría que le diera. Decidió no decir nada. Ni siquiera a él. Por lo menos, hasta estar completamente segura de que a él le pasaba lo mismo...


    Ahora, sólo le quedaba contar los días... Y después, sólo el tiempo lo dirá...









Empiezo a notar que te tengo. Empiezo a asustarme de nuevo. Sin embargo lo guardo en silencio. Voy a dejar que pase el tiempo. Empiezo a creer que te quiero, empiezo a soñar con tus besos. Sin embargo no voy a decirlo, hasta que tú sientas lo mismo. Porque tengo miedo, miedo de quererte, y que no quieras volver a verme. Por eso dime que me quieres, o dime que ya no lo sientes, que ya no corre por tus venas el calor que siento al verte. No lo intentes...sé que me mientes... Empiezo ya a echarte de menos...

viernes, 28 de enero de 2011

42. Sad eyes

     Si siempre había escuchado aquello de "detrás de la tormenta siempre llega la calma", pensó que, también, detrás de la calma, siempre llega la tormenta. Aquella segunda oportunidad que le había dado, como era de esperar, sufría sus altibajos. Y al parecer, sólo lo notaba ella...

    Sin apenas darse cuenta, ese "chica-conoce-chico" fue tornándose en un "chica-conoce-chico-pero-sólo-a-ella-parece-importarle-todo-aquello". También sin darse cuenta, empezó a recibir atenciones de donde menos se las esperaba. Al principio se la veía bastante confusa. Pero, poco a poco, fue apreciando las cosas que importan de verdad cuando se habla de algo de dos. 

    Y fue un día de finales de enero cuando algo le dijo que no estaba haciendo las cosas bien. Ella, a la que una vez dormida nada la despertaba, la despertó aquella mañana la vibración de su móvil bajo la almohada: la madre de una de sus mejores amigas acababa de morir. Ella, a la que tanto le gustaba quedarse en la cama por las mañanas, aquel día no pudo. Se levantó, hizo las llamadas pertinentes, se duchó, se arregló, comió veloz y se fue corriendo con su amiga. Y así pasó aquel día. Con la sensación de no haber hecho todo lo necesario por su amiga. Con la sensación de haberles fallado un poco a ella y a su madre a pesar de todo, a pesar de, en realidad, no poder hacer nada por ellas... Una vez en su casa, su móvil comenzó a sonar. No era él. Era el "otro él"... Sólo para ver qué tal estaba. Y para intentar animarla.

    Al día siguiente, 'él' le mandó un mensaje, preguntándole que por qué estaba tristona. Ella se lo contó todo. No recibió de vuelta ni un mensaje cariñoso, ni un "lo siento", ni un "ánimo"... Y ella, que siempre huyó de las comparaciones, no lo pudo evitar y comparó. Sintió que le había fallado cuando más lo necesitaba...

    Y hoy, llueve... Ella piensa en todo lo sucedido aquellos días. Y llora... 




You say you're happy and you're doin' fine. Well, go ahead, baby, I got plenty of time... You show up and then you shy away... Don't you know that I've been there?... I know you think you'd never be mine... Well, one more step and it'll be too late... I guess sad eyes never lie...

viernes, 3 de diciembre de 2010

41. Volver a empezar

    Había llegado a un punto en el que tenía la sensación de que lo había perdido para siempre. El tiempo cura las heridas, así que, en cierto modo, se había acostumbrado a aquella situación.

    Un día, a mediados de noviembre, todo dio un giro radical. Poco a poco, él iba entrando en acción. Ella comenzó a notar matices que le decían que todo volvía a ser como antes, que la antagonista de esta historia había desaparecido del cuento. Pocos días después, él se lo confirmó... Ya dije una vez que, si el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, la mujer es el único animal que pierde la cuenta de los tropiezos. En este caso, era el segundo tropiezo con aquella piedra. Este 'chico-conoce-chica' que estaban viviendo parecía estar comenzando su segunda parte. Porque ella es así de blanda. No fue capaz de darle puerta, y allí lo tenía, de nuevo, todo lo cerca que podían estar a pesar de la distancia geográfica que había entre ellos.

  De pronto, fue como si se le borraran de la mente todos los recuerdos de aquel verano, todas las lágrimas lloradas y todos los malos ratos. Él había vuelto a ella. Y pensó que tropezaría con él una y otra vez. Se había jurado que le juraría odio eterno. Pero no podía.

    Fue como dar uno o dos pasos atrás. Lo bueno, es que ahora iba sobre suelo firme. Ahora estaba preparada para cualquier mal movimiento por su parte. Le había dado su voto de confianza. Otra vez. Sólo dependía de él seguir conservándolo. Porque era la última oportunidad que iba a darle.

    Recordaba el comienzo de aquel fin, cuando por poco tiempo se pudo decir que fueron tres. Tres son multitud. Y sobró ella. Ahora, volvía a estar en ese 'dos' al que ambas partes tenían miedo de poner ningún tipo de etiqueta. Sin etiquetas, mucho mejor... Preferían (volver a) dejarse llevar, a ver a dónde les llevaba todo aquello...

    Pensó en lo que le apetecía, a pesar de todo, volver a besarle. Pero recapacitó. Y por un momento, le dio pánico acordarse de aquel último beso que se dieron. Él había parado su coche en aquella parada de taxi para que ella se bajara. Aprovecharon aquel momento. Parecía que aquel beso no iba a terminarse nunca... Pero un taxista hizo sonar su claxon y los sacó de aquel ensimismamiento. Se miraron a los ojos... y ella supo que ese había sido el último beso que se darían en mucho tiempo. Lo supo. Efectivamente, le daban miedo los últimos besos. Pero estaba dispuesta a pasar por ahí...




...Dos pasitos para atrás. Tres son multitud, vayámonos a las cuatro los dos... Y dice el sabio... que ha escuchado por ahí que para subir al cielo hay que besarte primero. Pero tengo miedo a uno de tus besos. Miedo al último, al que duele, que se va y que ya no vuelve... Te besaría sin mirar a nadie más, sin avisar. Te besaría y nada más, sin pensar en un después, sin timidez... Te besaría de verdad. Ya me cansé de imaginar. Te besaría y mucho más. Un cuartito a media luz, y al encender, te beso (¡una, dos y tres!)... ¡Cómo te besaría!... Cuando diga el sol de amanecer...





¿Cómo borrar del camino las huellas de tu destino? ¿Cómo olvidar lo vivido, dándolo 'tó' por 'perdío'?... Para volver a empezar. Como la mar con la orilla, como la noche y el día, quiero volver a empezar... como si nunca te hubieses ido... Déjame que vuelva a partir de cero... Y bendita locura si tú me quisieses besar, olvidarlo todo y empezar de nuevo...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

40. El embrujo de Dulcinea

    Por primera vez, no me apetece hablar sólo de nuestra protagonista. Ella llevaba una vida paralela con una amiga suya, hasta tal punto, que se llamaban hermanas. Salvando algunos detalles, sus vidas eran bastante similares en cuanto a encuentros y desencuentros amorosos.

    Por primera vez también, no encuentro paralelismos con una película, sino con un libro: Don Quijote amaba a Dulcinea y, todo lo que hacía, lo hacía movido por estos sentimientos. Dulcinea era su razón para levantarse, su razón para sacar valor para enfrentarse a los gigantes. La amiga que nos concierne en este capítulo, llamémosla DramaClon, en cierto modo actuaba igual que Don Quijote. Al igual que en el caso de Drama Queen, DramaClon y su Dulcineo vivían bastante lejos. La diferencia radicaba en que este Dulcineo no parecía ser un cabrón (perdón, con lo bonito que me estaba quedando todo…). DramaClon se levantaba y pensaba en él. De camino a la facultad, pensaba en él. En clase, pensaba en él. Volviendo a casa, pensaba en él. Preparaba la comida, comía y él seguía en su cabeza… Y así pasaban los días, esperando el momento de encuentro a través de Internet. Este Dulcineo hacía que DramaClon se levantara con ganas de comerse el mundo, le daba fuerzas para enfrentarse a sus gigantes, sus miedos y demás…

    ‘Basar una relación en ese contacto virtual no puede ser ni sano’, le aconsejó aquella tarde Drama Queen a DramaClon. Tal vez había aprendido la lección y por eso se permitía el lujo de aconsejar a una amiga. Drama Queen había llegado a la conclusión de que las relaciones a distancia son como la relación de Don Quijote y Dulcinea. Y es que, Don Quijote muere de amor al darse cuenta de que Dulcinea no existe, que era producto de su imaginación. Él mismo creó a Dulcinea por ese afán de encontrar a alguien especial. Como caballero, necesitaba una dama a la que dedicar sus victorias, una dama por la que estar dispuesto a perder la vida misma si fuera necesario. Y lo mismo pasa en cierta manera con las relaciones a distancia. Sí, la otra persona existe, está ahí. Pero en realidad es como si no. Con la distancia, sólo hay palabras, y una relación sin hechos, no es relación. No hay nada. No existe. Cuando nos enfrentamos a una relación a distancia, nos vemos en cierto modo “obligados” a crear a esa persona. Y es totalmente normal: no nos bastan las palabras bonitas a través de una ventanita de chat, ni un mensaje bonito… Nos falta lo mejor, que no es otra cosa que el contacto físico. Y lo suplimos por la ilusión. La ilusión de esa persona que debería estar junto a nosotros pero que no lo está. Esa persona que nos hace levantarnos cada mañana, esa persona que nos da fuerzas para enfrentarnos a los gigantes.

    Y como a Drama Queen le había pasado algo similar, decidió dejar a Dulcineo a un lado y centrarse en algún Sancho (sin Panza, a ser posible). Sancho fue siempre fiel a Don Quijote y estuvo siempre con él, a su lado, sin importarle sus locuras. Es más, eran precisamente las locuras de Don Quijote lo que le atraía y lo que le hacía quedarse a su lado.

    Y no tengo nada más que añadir… Espero que la metáfora quede clara.

 

 
 
 
Déjame esta noche soñar contigo. Déjame imaginarme en tus labios los míos. Déjame que me crea que te vuelvo loco. Déjame que yo sea quien te quite la ropa. Déjame que mis manos rocen las tuyas. Déjame que te tome por la cintura. Déjame que te te espere, aunque no vuelvas. Déjame que te deje tenerme pena... Déjame presumir de ti un poquito... Déjame que te coma sólo con los ojos. Con lo que me provocas, yo me conformo... ¡Qué bonito seria jugarse la vida, probar tu veneno!... Déjame esta noche soñar, soñar contigo...



 

martes, 2 de noviembre de 2010

39. Casualidades

    Aquella fría mañana de principios de noviembre lloró. Su antiguo móvil se cayó al suelo y dejó de funcionar. Le habría dado igual de no ser porque aún conservaba SUS mensajes. Aquellos mensajes tan tiernos que él le había mandado. Aquellos mensajes que eran la prueba de que le había dicho cosas que dejaron de ser verdad de un día para otro. Pensó incluso que, en realidad, nunca fueron verdad. Tras unos desesperantes minutos en los que, llorando, intentó devolver a la vida a su antiguo móvil, tiró la toalla. No había nada que hacer. En realidad, ya no leía aquellos mensajes, pero ahí estaban, por si alguna vez le apetecía recordar todas sus mentiras.

    Y entonces recordó "500 días juntos", la película que había visto aquel fin de semana. Primero, le vinieron a la cabeza todos los paralelismos que tenía su vida con aquella película. Siempre los puñeteros paralelismos con las películas. En este caso, sin embargo, se sentía identificada con el protagonista masculino. Tanto a ella como al personaje  de aquella película les ocultaron la verdadera razón de los cambios de actitud, que en ambos casos era la misma: había otra persona. A los dos les habían dicho aquello de 'nada serio' y ambos habían aceptado aquellas condiciones.  A ambos los cambiaron por otras personas y acabaron teniendo algo serio. Sí, aquellos que no querían atarse, acabaron atados y bien atados a otras personas. 'Odio a la gente poco coherente con sus palabras', pensó.

    Sin embargo, aquella película también le dio que pensar. Al final de la película (y sin ánimo de ser ninguna spoiler), nombran a las CASUALIDADES. Y echó la vista atrás. Todas las personas que habían pasado por su vida lo habían hecho por casualidad. Si hubiese nacido en otra ciudad, probablemente aquellos primeros escarceos hubieran sido con otros chicos. Si no hubiese decidido estudiar aquella carrera, no habría conocido a aquel otro. Si no hubiese decidido pasar aquel año en Londres, aquellas historias pasajeras no habrían ocurrido. Si no le hubiese gustado el carnaval, no habría conocido a otros tantos. Y, en consecuencia, no habría ido a Cádiz aquel febrero y no lo habría conocido a él. Todo eran casualidades. Puede que algunos lo llamen destino. Pero ella no creía en eso, y aquella palabra "casualidad" reflejaba más lo que ella sentía. Por eso, también pensó que el hecho de que aquella mañana su antiguo móvil se precipitara al suelo, no fue más que otra casualidad. Tenía que olvidar de verdad, y, ¿qué mejor manera que haciendo desaparecer lo bonito que quedaba de todo aquello? Así, sólo recordaría lo feo, las mentiras, el hecho de que él ahora le decía a otra lo que una vez le escribió a ella...

    También era casualidad haber conocido a aquel otro chico poco antes del momento fatídico en el que le jodieron aquel verano. No tenían por qué haberse conocido allí. Y, sin embargo, se conocieron. Fue casualidad reencontrarse. De aquella manera, pero reencontrarse al fin y al cabo. Casualidad era tener amigos en común sin saberlo. Y casualidad era que aquel maldito móvil se rompiera aquella mañana, en aquella época en la que tenía a este nuevo "él" todo el día en la cabeza. Éso sólo podía significar una cosa: 'olvida lo que te hizo daño y céntrate en lo que parece que se avecina. Puede que te haga daño igualmente. Pero no sería más que otra casualidad..." 







Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un "güisqui" on the rocks... De pronto me vi como un perro de nadie... Me dejó un neceser con agravios, la miel en los labios y escarcha en el pelo. Tenían razón mis amantes en eso de que antes la mala era yo. Con una excepción: esta vez, yo quería quererlo querer y él no. Así que se fue. Me dejó el corazónen los huesos... Derrochando la bolsa y la vida, lo fuí, poco a poco, dando por perdido... Dijo "hola" y "adiós". Y el portazo sonó como un signo de interrogación... Porque ya no le importa... Me abandonó como se abandonan los zapatos viejos... Tardé en aprender a olvidarlo diecinueve días y quinientas noches.