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jueves, 7 de octubre de 2010

37. Idas, venidas, el mar y Cádiz de mi vida

    Llegó a la conclusión de que ya estaba todo superado. El problema estaba en que músicos y autores de todo el mundo se empeñaban en recordarle cosas. Empezaba a sospechar que todo era parte de un plan... Alguien quería que este blog existiera... De modo, que ya no se trataba de contar sus penas (o de hacer que alguien las contara por ella... -¡¡uy, casi me descubro!!-), sino de ofrecer lectura a sus seguidores que, aunque no muchos, por lo menos eran fieles.

    Atrás quedaban los días en los que los recuerdos venían acompañados de lágrimas. Atrás habían quedado también todos esos besos, todas esas miradas y palabras de afecto. ¿Qué aprendió de todo ésto? Que la vida es un ir dejando atrás unas cosas y otras continuo. Pero ésto no es malo. En absoluto. En la vida hay que dejar muchas cosas atrás. Buenas y malas. Pero se quedan atrás para dejarle sitio a otras que vendrán. Buenas y malas igualmente. No podemos acumular vivencias de esa manera. Lo que queda es el residuo. El residuo de lo bueno y de lo malo que tuvimos un día y que rechazamos en cierta manera para dejar paso a lo nuevo. De modo que otros besos vienen, otros besos van... Como todo en esta vida...

     Simplemente, le dolían las mentiras, las (llamémosle) promesas que ambos se habían hecho y que ahora quedaban rotas.

    Aquella fresca noche de principios de octubre, volvió a escuchar un pasodoble de carnaval, chirigotero, que hizo que a sus ojos asomaran un par de lagrimillas. Pero sólo se asomaban a mirar a aquellos chirigoteros. Luego, volvieron a su sitio. No lloró por aquellos recuerdos (que ahí estaban el tiempo que duró el pasodoble, no lo neguemos), sino porque tenía ganas de que llegara febrero... ¡¡Ni siquiera era su pasodoble favorito!! Después, se paró a pensar... Y todo volvía a empezar... Febrero... Cádiz... Carnaval... Y sólo pudo pensar: 'Tú te lo pierdes, chaval'.





Perdónenme, señores, que me emocione... Nunca podré olvidarte... Gracias por enseñarme tantas cosillas que no sabía... Cerca del Guadalquivir... Y al escuchar un tanguillo... Tierra bendita. Quiero cantar despacito... Resucita cada febrero. Dicen... que llora la playa besos que callan y no se olvidan. Del astillero al Falla corre un murmullo pa'l Mentidero... suenan coplillas de amores nuevos. Cádiz de mis entrañas, faro del marinero, luz que se mete en el alma...





Una noche de buen vino y de mejor compañia, anduvimos por la calle hasta aplastarnos el día... vi el paraíso en su boca...El mundo ajeno a lo nuestro iba a su velocidad, mientras que él y yo, anudados, nos prometimos el mar... Y me he pasado las horas... sólo por verlo pasar, aguantando las tormentas... Ya no lo volví a ver más... Uno y una no son dos, uno y una es lo que es. Y un día yo tomé mi senda y él la suya también. Y si el destino quisiera hacer con las dos un lazo, me agarraré a su cintura y haré un nodo con mis brazos, porque una noche sin luna nos prometimos el mar. La vida son 4 días y yo por el tercero voy. Y ese día que me queda lo soñé para los dos. Pero si por una de estas él no vuelve a pasar, recordaré que... nos prometimos el mar. Nos prometimos el mar, lleno de vida y de sal. Llenamos el corazón... Él es el mismo traidor... Nos prometimos el mar...

1 comentario:

  1. Me encanta el blog... No me da vergüenza reconocer que se me han escapado dos lágrimas como puños... Emociones ajenas que se insertan en nosotros mismos como si fueran propias... Sencillamente genial!! Ya te sigo, me voy a meter a bichear en entradas anteriores, y a esperar entradas nuevas!!! Un abrazote mu gordo

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