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viernes, 10 de septiembre de 2010

31. Probablemente ya...

    Sin saber por qué, lo volvió a creer... Pero como tonta del todo no era, se dijo que ya valía... 'No quiere saber nada de ti, bonita. Le das exactamente igual', sonó una voz interior que le decía verdades como puños. Era como si tuviera dos voces interiores, como el ángel y el demonio que salen en las películas... En su caso, el ángel le decía que en el fondo él era bueno, que era como la imagen que le había pintado al principio, 'pero que un fallo lo tiene cualquiera... Pobre... También lo habrá pasado mal, digo yo...'. Mientras que el demonio le venía a decir cosas como 'Es como la imagen de capullo que te pintó al final... No lo ha pasado mal... ¿De verdad crees que lo ha pasado mal teniendo donde elegir? ¿Que lo habrá pasado mal evitando verte llorar mientras te contaba que la elegía a ella? Despierta de una vez'. Y eso fue lo que hizo. Despertar. Despertar de ese letargo que la había tenido atontada y engañada todo el verano. Despertar, abrir los ojos y ver las posibilidades que tenía frente a sus ojos y que había dejado pasar. Menos mal que algunas de esas oportunidades no habían terminado de pasar del todo. Y si seguían ahí, igual era por algo...

    El demonio también le decía que tenía que haber previsto esto. 'Con lo lista que eres para unas cosas... y lo tonta que eres para otras... Si se le veía venir... Todo no puede ser tan estupendo de primeras... Es mejor que bajes de la nube ya. Esa nube a la que nunca tenías que haber subido, por mucho que él te diera pie. Baja. Porque seguro que él no se acuerda de ti, ni piensa en ti ni un segundo al día. Nada va a volver a ser igual, por mucho que el "no quiera perderte como amiga". Pamplinas'. Miró al ángel apoyado en su otro hombro, para escuchar su opinión. Necesitaba escuchar un 'no, mujer... seguro que si que lo ha pasado mal el pobre... seguro...'. Pero el ángel asintió a las palabras del demonio...





Se me acabó la fuerza... voy a dejarte el mundo para ti solito. Como al caballo blanco le solté la rienda, a ti también te suelto y te me vas ahorita... Cuando se quiere a fuerza rebasar la meta y se abandona todo lo que se ha tenido. Como tú traes el alma con la rienda suelta, a ti también te suelto y te me vas ahorita. Y cuando al fin comprendas que el amor bonito lo tenías conmigo, vas a extrañar mis besos en los propios brazos de quien esté contigo. Vas a sentir que lloras sin poder siquiera derramar tu llanto. Y has de querer mirarte en mis ojos tristes que quisiste tanto... y que quieres tanto...



Probablemente ya de mí te te has olvidado, y sin embargo yo te seguiré esperando. No me he querido ir para ver si algún día que tú quieras volver me encuentres todavía... Probablemente estoy pidiendo demasiado... Que nunca volverás, que nunca me quisiste, se me olvidó otra vez... Por eso aún estoy en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente. Para que tú al volver no encuentres nada extraño y sea como ayer...

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