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lunes, 30 de agosto de 2010

25. Paso 5: Cambios

     Desde que el hombre es hombre, ha sido aficionado a los rituales. Y si los rituales existen desde hace millones de años, por algo será.

    Ella empezó por pequeños detalles, como borrar sus fotos. Le costaría dar el paso de borrar sus sms. Y ni hablemos de hacerlo desaparecer de sus listas de amigos en las -malditas- redes sociales. A lo mejor no había que llegar a tanto. Pero era recomendable. Sin embargo, borrar sus fotos resultó ser un ritual bastante positivo. Le sirvió para darse cuenta de que podía prescindir de ellas, que eran como parte de él y que además ocupaban un lugar innecesario en su disco duro (de todas formas, ¿acaso no sirven las redes sociales para compartir fotos, entre otras cosas? Bastante tenía con verlo por aquellos lares como para encima toparse con él cada vez que abría aquella maldita carpeta de archivos recibidos). Además, seguro que él ya había borrado las fotos que ella, bajo su insistente petición, le había mandado. Y no precisamente hace poco tiempo. Seguro. No vaya a ser que ya-sabéis-quién las viera.

    Los gestos simbólicos y los rituales nos ayudan a pasar etapas. Y eso es lo que a ella le hacía falta Tenía que centrarse en sus exámenes, que estaban a la vuelta de la esquina. Se paró a pensar un momento, y comprobó que era raro el febrero, el junio o el septiembre que no le costaba estudiar por casos similares. '¿Qué pasa? ¿Está el género masculino en mi contra, maquinando algo, una conspiración, complot o algo por el estilo?'. No, bonita, no. Lo que pasa es que tienes muy mal ojo. Fin.

    Sin embargo, era incapaz de deshacerse de una canción que él le había mandado. Según le había dicho, la escuchaba y se acordaba de ella. De los momentos que habían pasado juntos. Que la echaba de menos... Ella, ilusa, lo creyó, ilusionada... Y ahora, tras el desengaño, prefería seguir escuchando aquellas mentiras que él le decía, puestas en boca de Marina Heredia, su cantaora flamenca favorita, pero que al fin y al cabo, eran las mismas palabras qué el le decía y que hacían que ella se derritiera, creyendo todas y cada una de ellas.





Qué ganas tenía de verte. Cuánto tiempo sin saber nada de tí. Cuántos deseos, cuántos recuerdos se acumularon en mi alma, y yo sin ti. Cuánta distancia había entre nosotros dos, estando tan cerquita el uno del otro. Y ahora me pregunto qué nos ha pasado... No me lo creo... ¿Cómo he podido estar sin verte tanto tiempo?... Necesitaba oir tu voz cerca de mí. Necesitaba sentirte cerca, tocar tus manos y volver a ser feliz. He sido una tonta, sabiendo que estabas ahí, pero el orgullo nunca me dejo llamarte... Tú no te imaginas lo que estoy viviendo... Yo no me lo creo...

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